Preparamos el retorno a la actividad diaria después del confinamiento y deberíamos tener en cuenta (y pensar en cómo poner en práctica) algunas cuestiones importantes
Se hace muy difícil subrayar las lecciones que estamos aprendiendo mientras la pandemia de la Covid-19 sigue causándonos tanto dolor.
Sin embargo sería un error no extraer algunas conclusiones de todo lo que estamos aprendiendo estos días. Antes de reiniciar nuestra actividad diaria convendría tener en cuenta estos nueve aspectos que deberían servirnos de enseñanza.
Somos más vulnerables de lo que creíamos
Esta debería ser la primera anotación de nuestro cuaderno de bitácora: nada de lo que ocurre en el planeta debería sernos ajeno. Nunca habíamos alcanzado tal grado de interdependencia como especie, nunca nuestro planeta se hizo más pequeño: el efecto mariposa ha sido ampliamente superado.
Redefiniendo normalidad
“Que ganas tengo de que todo vuelva a la normalidad!” ha sido una de las frases más compartidos del confinamiento. Sin embargo ¿a qué normalidad nos referimos? Porque si es la que nos ha traído hasta aquí mejor que no vuelva nunca. Debemos redefinir urgentemente el concepto normalidad para evitar que lo normal sea el caos.
Valorar lo que tanto hemos añorado
Solo hay que echar un vistazo al número de visitas y comentarios que han generado durante estas semanas las noticias relacionadas con la naturaleza para comprobar hasta qué punto la echamos en falta. Ahora se trata de transformar esa añoranza en amor, en respeto, en vocación de ayuda. El más que probable aumento de afluencia a nuestros espacios naturales debe ir acompañado de una mayor responsabilidad por parte de los visitantes.
Las ciudades también son naturaleza
Aunque es cierto que se ha producido una cierta colonización de las áreas verdes urbanas, las fotos de animales merodeando por las calles que recogen las redes sociales son en su mayoría falsas o anteriores al confinamiento. No, las calles no han sido tomadas por la naturaleza. La realidad es que, pese a su hostilidad, el medio urbano siempre ha acogido una gran biodiversidad que en nuestra ausencia se atreve a asomar la nariz (o el pico).
La economía circular no es la salida sino la entrada
Ante el reto de superar la crisis económica derivada de la actual crisis sanitaria, la sostenibilidad medioambiental debe ser entendida como una aliada en lugar de cómo un obstáculo. El concepto de desarrollo debe ser reformulado para encajarlo en los límites que nos marca el planeta y que nunca deberíamos haber sobrepasado. Y la economía circular es la puerta de entrada a ese nuevo modelo de desarrollo basado en el respeto a dichos límites. La actividad empresarial se abre ahora a un nuevo entorno económico, un nuevo ecosistema donde todas las formas de negocio deben basarse en el respeto al medio ambiente.
La educación ambiental es inaplazable
Ahora más que nunca debemos formar a los niños en el respeto al medio ambiente, el cuidado y la conservación de la naturaleza. Eficiencia energética, ahorro de agua, movilidad sostenible, reducción de residuos y reciclaje, consumo responsable, conocimiento y protección de la biodiversidad… es necesario incorporar estas enseñanzas para reverdecer el currículo escolar. Hay que prestar la atención debida a los centros de enseñanza y a los maestros para que puedan adquirir y transmitir los conocimientos necesarios para formar a las futuras generaciones en la prevención del riesgo y la mitigación de la peor crisis a la que van a enfrentase: la crisis climática.
Las ciudades necesitan mantener la tregua
Tras ver reducidos sus niveles de contaminación del aire en un 75%, Milán ha anunciado que peatonalizará buena parte de su trazado viario, habilitando más de 35 nuevos kilómetros de carriles bici y ampliando su red de transporte público. En esa misma línea Barcelona está estudiando diversas medidas para dar el salto definitivo hacia una movilidad más limpia y segura que contribuya a mantener limpio el aire, serenar el tránsito y devolver la ciudad a los viandantes.
Comprar lo necesario
Ir a la tienda o al supermercado con la lista de la compra nos ha ayudado a reducir el desperdicio alimentario. Hemos descubierto que se puede elaborar una dieta sana y variada a partir de productos básicos y de proximidad, hemos aprendido a calcular mejor las cantidades y a reaprovechar las sobras para elaborar nuevos platos igual de sabrosos. El confinamiento nos ha enseñado que gestionar mejor la compra es una manera de ahorrar dinero, reducir la basura orgánica y evitar el despilfarro de alimentos.
Dependemos del campo
Aunque muchos lo veníamos recordando una vez tras otra, una de las grandes enseñanzas que nos deja la crisis de la Covid-19 es hasta qué punto dependemos del campo: de las gentes que trabajan la tierra, salen a pescar o cuidan del ganado. El sector primario y el mundo rural en general venían reclamando nuestra atención desde hacia tiempo. Poco antes del decreto de alarma agricultores y ganaderos se movilizaban en protesta por el trato que estaban recibiendo de intermediarios y grandes cadenas de distribución. Las ayudas al campo deben ponerse en marcha de manera inmediata y han de basarse en el trato justo, la equidad y la consideración debida a quienes, a pesar de su difícil situación, no han dejado por un momento de abastecernos de alimento.
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[Información e imágenes tomadas de www.lavanguardia.com]