Aunque en plena crisis por el coronavirus los problemas de tránsito en nuestras ciudades han pasado a un segundo plano, éstos volverán a aparecen en cuanto empecemos a recuperar nuestro ritmo habitual e insostenible.
Es precisamente esa falta de sostenibilidad de nuestra actual movilidad urbana la que está llevando a las urbes a plantearse cambios de mayor menor calado, cuyos efectos se pueden observar con el aumento de presencia del coche eléctrico y de los vehículos compartidos.
Desde principios de año casi todas las marcas relevantes del mundo de la automoción están presentando sus futuros modelos electrificados. Hablamos de todo tipo de vehículos, desde camiones y furgonetas, hasta patinetes, pasando por automóviles y motocicletas de todos tamaños y prestaciones.
Estas marcas no solo se están centrando en tener en su catálogo vehículos eléctricos, sino que están trabajando desde hace años en profundos cambios en sus modelos de negocio.
Estos movimientos se iniciaron hace más de una década con la inmersión de la marca Smart, propiedad de Daimler, en el mundo del car sharing y de la electromovilidad.
Los siguientes pasos de este gigante, y de otros como BMW, son pasar de vender vehículos a prestar servicios de movilidad y competir al nivel de los nuevos jugadores de éxito, como pueden ser Uber o Cabify.
Ford y Audi ya venden sus propios patinetes eléctricos, Seat ha presentado su prototipo de moto eléctrica, y Peugeot ha vuelto a fabricar bicicletas, eso si, eléctricas
La crisis climática y las importantes consecuencias de la contaminación en la ciudades nos abocan a un profundo cambio en nuestra movilidad en la que no es suficiente con electrificar los vehículos y que va a requerir que nos planteemos olvidar el actual concepto de vehículo particular.
Recordemos que se pueden el vehículo particular como aquél que se utiliza una hora diaria y las otras 23 está parado.
Con unas ciudades que no paran de crecer, al igual que los hace los problemas económicos, sociales y ambientales aparejados al actual modelo de movilidad urbana debemos definir y poner en marcha nuevos marcos de referencia que sean piezas clave en este profundo cambio de paradigma que necesitamos.
En primer lugar, el futuro de nuestra flota pasa por su paulatina electrificación y por el abandono del uso de combustibles fósiles.
Según Bloomberg en su Electric Vehicle Outlook 2019 , se observan importantes avances en países europeos en la incorporación de coches eléctricos al parque móvil. Alemania y Holanda, además de Noruega, están apostando por este tipo de vehículos, e incluso, países con ventas modestas, como es el caso de España, empiezan a tener porcentajes de crecimiento cercanos al 50%.
A todo esto ayudará los planes de multinacionales europeas como Volkswagen para desarrollar su catálogo eléctrico y lanzar modelos de coste asequible.
Pero, como ya hemos dicho, cambiar el motor de explosión por uno eléctrico no soluciona el problema de sostenibilidad de nuestra movilidad.
Precisamente lo que hace falta es optimar el uso de ese bien que tenemos infrautilizado y que es nuestro vehículo particular.
Existen opciones ya en funcionamiento (car sharing, car pooling, moto sharing, bike sharing …) para compartir esos activos en las ciudades, estimándose que un solo coche compartido puede sustituir de 8 a 20 vehículos privados.
Estas alternativas ecointeligentes nos permite tener a nuestro alcance desde coches, motocicletas, bicicletas o patinetes, mediante modelos de alquiler más o menos sofisticados y que suelen estar basados en el pago por uso.
Estas alternativas ya implantadas han permitido el crecimiento de usuarios en Europa desde centenares de miles a decenas de millones
El uso de los VTC (vehículos de transporte con conductor) y del taxi son alternativas clásicas a la propiedad privada y que tienen buenas posibilidades de desarrollo vía la utilización de plataformas digitales.
Llegados a este punto surge un concepto que aglutina gran parte de lo comentado anteriormente. Es la movilidad como servicio (Mobility as a Service, MaaS).
Esta alternativa está íntimamente relacionada con la intermodalidad, es decir, poder emplear una sucesión de distintos medios de transporte accesibles para el usuario y que le permitan viajar de una manera cómoda.
Hablamos de iniciar el itinerario empleando micromovilidad para luego enlazar con un transporte compartido (bicicleta, moto o coche) y subirse al metro, tranvía o autobús, todo ello gestionado mediante una sola plataforma web o aplicación.
Lo cierto es que la oferta basada en MaaS ya se está desarrollando en las principales ciudades, y en la medida de su éxito, se irá implantando en todo el Planeta.
Como se puede observar, la movilidad del futuro empieza a tomar forma, primero con la presencia de la electromovilidad y luego olvidándonos de la posesión para disfrutar de la función, en este caso de todo lo relacionado con nuestro transporte en las ciudades.
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[Información e imágenes tomadas de www.ecointeligencia.com]