Si utilizas el ordenador con cierta frecuencia sabrás que apagarlo es un proceso bastante incómodo. Antes de nada, debemos cerrar los programas y guardar nuestro trabajo. Después, cuando volvamos a encenderlo, tendremos que esperar pacientemente a que arranque todo el sistema y volver a iniciar todos los programas y documentos que necesitemos. Suspender e hibernar el ordenador, por el contrario, mantiene intacta nuestra sesión.
Lo cierto es que los ordenadores modernos están diseñados para que el usuario suspenda el equipo en lugar de apagarlo. De esta manera podemos cerrar la tapa del portátil sin preocuparnos de guardar ni cerrar programas y, cuando volvamos a encenderlo, todo estará exactamente como lo dejamos.
La suspensión hace que el equipo funcione a muy baja potencia, guardando en la RAM toda la información sobre nuestra sesión. El ordenador dedica una pequeña cantidad de energía para mantener la memoria volátil operativa. Así, al arrancar el sistema, podemos retomar nuestro trabajo donde lo dejamos en cuestión de segundos.
La hibernación guarda el estado del equipo en el disco duro y después se apaga por completo. El ordenador no consume energía adicional, como sí lo hace al suspenderse. Al encender el sistema de nuevo, cargará los datos del disco en la memoria RAM para reanudar la sesión. Este proceso es un poco más lento, pero sigue siendo más rápido que apagar por completo el ordenador. El tiempo depende de la velocidad de nuestra unidad de disco duro, si contamos con un SSD será notablemente más veloz.
Los ordenadores con Windows 10 entran automáticamente en un estado de reposo después de un periodo de inactividad. Generalmente los portátiles están configurados de manera predeterminada para suspender y reanudar la sesión cuando el usuario cierra y abre la tapa del equipo. Si no es así, se puede personalizar esta función en el Panel de control > Hardware y sonido > Opciones de energía. Lo mismo sirve para el botón físico de apagado.
Pero, ¿es preocupante el uso de energía de un ordenador suspendido? La respuesta es no. En un portátil, este estado drena la batería bit a bit, pero suelen están programados para hibernar después de algunas horas de inactividad. El modo de suspensión nos permite usar intermitentemente el equipo sin tener que arrancarlo desde cero varias veces al día.
Otro de los argumentos en contra de la suspensión e hibernación del ordenador es el que asume, con toda lógica, que Windows necesita un reinicio diario para funcionar correctamente. Es posible que necesitemos apagar y encender después de instalar o actualizar algún programa, pero no hay ningún motivo para hacerlo por costumbre. Si nuestro ordenador necesita un reinicio diario es porque probablemente tiene algún problema más profundo.
En los equipos antiguos se producían problemas a la hora de suspender e hibernar por conflictos con los controladores de hardware. Los ordenadores actuales no deberían tener estas limitaciones. Sin embargo, los usuarios de Linux todavía pueden experimentar algún conflicto, por eso la hibernación está desactivada por defecto en Ubuntu.
[Fuente:howtogeek]
(Tomado de computerhoy.com)