Artisanópolis, la primera ciudad flotante del mundo, va camino de hacerse realidad sobre una laguna de la Polinesia francesa, en el océano Pacífico, que podría acoger en 2020 esta iniciativa pionera. Detrás de la idea impulsada desde Silicon Valley están un ex ingeniero de Google y el cofundador de PayPal, entre otros gurús tecnológicos que persiguen extender en las aguas internacionales un nuevo modelo de sociedad basado en plataformas flotantes ecológicas y punteras tecnológicamente con las que responder a desafíos como la subida del nivel del mar, el desarrollo sostenible o la erradicación del hambre.

Aunque el proyecto venía de atrás, ha sido ahora cuando los impulsores han logrado firmar un acuerdo con las autoridades de la Polinesia francesa para trasladar a la realidad la idea sobre la que el instituto Seasteading lleva años trabajando. Pero, ¿cómo se llevará a la práctica? Son muchos los interrogantes abiertos ante el nuevo modelo de ciudad que Artisanópolis podría inaugurar. Respecto a la primera cuestión, los promotores advierten que, tras el acuerdo, toca ahora diseñar la isla flotante que mejor se adapte a la zona en la que se ubique. Entretanto, en este vídeo se puede ver la idea inicial sobre la que se trabajaba.

El ideal de Artisanópolis que muestra este vídeo responde a algunas de las principales dudas sobre la vida en estas ciudades: contarán con casas, parques, oficinas e infraestructuras que permitan a las comunidades vivir en ellas. Escuelas y hospitales ¿también? “Es probable”, apuntan los impulsores, quienes barajan habilitar establecimientos médicos similares a los de un crucero, además a señalar que los habitantes de estas plataformas podrán acudir a hospitales del país de acogida.

ciudad flotante sostenible Artisanópolis

Pero ¿quién vivirá en estas islas y de qué? “Esperamos que las primeras comunidades atraigan primero a los pioneros e innovadores”, responde Seasteading, que advierte que construir estas ciudades flotantes no es barato (se prevé una inversión privada de entre 30 y 50 millones solo para la fase piloto del proyecto en la Polinesia), por lo que los costes de vivir sobre el mar podrán afrontarlos las clases medias de los países desarrollados.

Para atraer a esos primeros moradores a Artisanópolis los promotores quieren diseñar una“comunidad vibrante que explore nuevas vías de convivencia” y que ofrezca “oportunidades únicas” en acuacultura y cultivo vertical, así como en investigaciones desde la ciencia y la ingeniería sobre ecología, energía de las olas, medicina, nanotecnología, informática, estructuras marinas o biocombustibles, entre otros.

Porque además de flotantes e inteligentes, Artisanápolis y las que, como ella, vengan después, están ideadas como ciudades sostenibles que no ocasionarán daño alguno sobre el medioambiente y que se surtirán de energías renovables. Hidroponía, plantas desaladoras, reciclaje de residuos y captación de energía del sol, el aire y el mar serán aspectos presentes en esta ciudad con la que los promotores tratan de explorar un nuevo concepto de civilización más sostenible y que responda a problemas enquistados como el hambre, la enfermedad o la contaminación.

ciudad flotante Artisanópolis

Para quienes se sientan con ganas de formar parte de estas comunidades pero duden sobre la comodidad de vivir en ellas o de la posibilidad de sentir mareos mientras uno está en su casa flotante, los ideólogos avanzan que esperan diseñar poblaciones cómodas y estables en las que los mareos “no deben ser un problema para la mayoría de la gente”. ¿Y su sistema de gobierno? Ahí, los innovadores detrás de esta idea no entran. “No promovemos ninguna ideología en particular. Más bien, proveemos una plataforma para que se exploren nuevas vías de convivencia que hagan felices a la población”.

El instituto Seasteading trabaja sobre esta idea desde su creación en 2008 en Silicon Valley, epicentro de la innovación por el que este proyecto persigue también un modelo de ciudad startupPatri Friedman, ex ingeniero de Google, fue el impulsor de la iniciativa que rápidamente captó el interés de Peter Thiel, cofundador de PayPal, quien se convirtió en inversor de un proyecto pionero que cuenta  con más de mil donantes y el apoyo de emprendedores, biólogos marinos, ingenieros, acuicultores y expertos en legislación marítima. “Estamos decididos a construir las primeras islas flotantes” del mundo, sostiene el instituto, que va camino de hacer realidad este desafío en 2020.

Más información en Seasteading.

[Información e imágenes tomadas de ecoinventos.com]

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