Que los motores de combustión tienen los días contados en la automoción es algo que se da prácticamente por hecho. Lo que falta, eso sí, es ponerle fecha. Y algunos expertos creen que será más pronto que tarde. Por ello, para quienes todavía se resisten a optar por los vehículos eléctricos porque están convencidos de que, sobre el asfalto, no hay nada mejor que quemar gasolina; o para aquellos que ya han transitado de un modelo a otro, pero siguen sin estar 100% seguros de haber tomado la decisión correcta, enumeramos los principales motivos por los que un motor eléctrico supera a uno de combustión.
1. Baterías: pesadas pero flexibles.
El peso de las baterías, que es incuestionable, es uno de los puntos que se suelen argumentar en contra de los vehículos eléctricos, frente a los que están propulsados por motores de combustión interna. Sin embargo, aunque el peso está ahí, también están las ventajas que se derivan de la flexibilidad de las baterías.
Así, por ejemplo, si se opta por su colocación central, se obtiene a cambio una buena distribución de pesos además de una mayor agilidad del vehículo, básicamente porque su bajo momento polar de inercia. A estas fortalezas se pueden sumar otras, como las que aporta una batería plana situada a lo largo de los bajos del turismo. En este caso, a lo anterior se añadirían como aspectos positivos el mantenimiento del centro de gravedad bajo. Además, con esta configuración el flujo del aire bajo el vehículo ayudaría a refrescar la batería.
2. Control de la aceleración.
Una aceleración del 50% se traduce, en un vehículo eléctrico, en un 50% de potencia. Esto, que parece una obviedad, no lo es tanto porque en coches con turbo no siempre va a ser así. Aunque es cierto que, en ellos, con una aceleración del 50 se puede obtener un 100, también lo es que el resultado puede estar muy por debajo.
Así, frente a la incertidumbre, el vehículo eléctrico ofrece en este punto seguridad: recibirás exactamente lo que estás reclamando al pedal de aceleración. Básicamente, con ellos podrás elegir con mayor exactitud cuánta potencia quieres en cada momento, algo que entraña más dificultad en coches con motor de combustión, que son mucho más sensibles en aceleración baja.
3. Frenos sin desvanecimientos.
Aunque los vehículos eléctricos no están exentos del desvanecimiento de los frenos, este es mucho menos frecuente que en los vehículos con motor de combustión. ¿Por qué? En esencia, porque los frenos mecánicos se utilizan mucho menos.
Así, por ejemplo, cuando se frena en seco con un vehículo eléctrico, es posible usar la batería como un generador y, así, evitar sobrecalentar los frenos. Esto se traduce, entre otras cosas, en menos masa giratoria, menos masa no suspendida y, finalmente, en la posibilidad de usar frenos más pequeños y de una conducción menos dependiente de los frenos que, en un eléctrico, serán más duraderos.
4. Par instantáneo.
Una de las principales fortalezas de los vehículos eléctricos, especialmente visible en conducción urbana, es su capacidad para alcanzar el par máximo desde 0 revoluciones por minuto (RPM). Cuando uno frena, arranca, vuelve a frenar, arranca de nuevo (clásicos de la conducción urbana), es cuando realmente nota esta ventaja. Así, dependiendo de la puesta a punto, el vehículo eléctrico responderá con una buena aceleración y, cuando la velocidad y las RPM aumenten, el par irá disminuyendo.
5. Sencillez de las transmisiones.
Otra de las fortalezas de los vehículos eléctricos es que no es necesario contar con múltiples marchas ni con transmisiones complejas. Esto se traduce en configuraciones muy sencillas -así es, por ejemplo, en los vehículos de Formula E- que favorecen un menor peso, una mayor simplicidad y, con todo esto, una confianza superior.
En este punto se puede abrir la puerta a la eterna duda: ¿transmisiones manuales o transmisiones de doble embrague? Y, aquí, hay gustos para todo. Uno de los argumentos más recurridos es que la conducción con marchas manuales es más dinámica. Y, aunque es cierto, también lo es que en los vehículos más avanzados cada vez se opta más por la caja de cambios semiautomática. La principal razón no es otra que el menor tiempo que precisan para el cambio, con lo que se avanza hacia coches más veloces y, en el caso de los eléctricos, tal y como se ha visto, sin nada que envidiar a los que cuentan con motores de combustión.
Todo redunda a una mayor facilidad de mantenimiento.
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[Información e imágenes tomadas de ecoinventos.com]