Aunque solo el registro en una red social implica «regalar» datos, existen algunas «precauciones» para apuntalar nuestra privacidad en internet.


Desde hace varios años, al descargar muchas aplicaciones, la opción de «regístrate con tu cuenta de Facebook» aparece como una tentación de la que muy pocos se plantean sus consecuencias. Pulsar un simple botón en vez de rellenar un formulario eterno es un «atajo» que se puede convertir en un callejón sin salida, tal y como ha demostrado el escándalo de Cambridge Analytica. Esta compañía compró los datos de la aplicación «thisisyourdigitallife», que fue descargada en 277.000 cuentas con el pretexto de, mediante pago, recabar información con fines académicos que, tiempo después, se convirtieron en económicos, al elaborar perfiles de posibles votantes estadounidenses a los que se les dirigía una publicidad política «a la carta». La cuestión es que no solo recogió datos de las personas registradas, sino también de sus contactos en Facebook, aunque éstos no tuviesen ni idea de que la herramienta les estaba utilizando.

«Estamos tan acostumbrados a utilizar internet en general, y las redes sociales en particular, que la gente ya no se plantea sus peligros», advierte Lorenzo Martínez, experto en seguridad y fundador de la empresa Securizame, que indica que mantenerse al margen de la «contaminación» de este fenómeno «nos desconectaría del mundo». «Ya no es que hayas dado permiso o no a cierta red social, sino que seguramente hayas aparecido en alguna foto, algún estado o alguna publicación con un amigo, información que ha guardado alguna empresa y que ha utilizado para generar un contenido determinado. Pero permanecer ajeno a esa contaminación es casi imposible, porque ya no es que elimines tu rastro en las redes sociales o incluso que no utilices internet. Es que seguramente otra persona lo lea y llegue hasta un debate en el bar. Es imposible permanecer ajeno a eso», explica Martínez.

A pesar de todo, y contando con el mundo interconectado, ¿hay alguna forma de prevenir que nuestros datos se filtren con fines poco éticos a las empresas? La respuesta es sí, pero requiere de más precaucióna la hora de ejercer un control efectivo sobre nuestra privacidad, así como el sentido común del usuario.

Gestionar los permisos de las aplicaciones

Facebook tiene un apartado de «Aplicaciones» dentro de «Ajustes» donde se pueden ver los datos que el usuario ha cedido a las diferentes herramientas que se ha descargado. Aunque la opción más sensata sería eliminar todos los permisos otorgados de aquellas «apps» desconocidas, también se pueden editar. Sin embargo, esta medida no tiene carácter retroactivo: es decir, la información que ya tienen de antemano, no se puede borrar. Es posible enviar un mensaje al desarrollador para que elimine nuestros datos, pero no hay garantías de que éste lo lleve a la práctica.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que Facebook es una red social: esto significa que se basa en las interacciones entre usuarios, por lo que si un contacto da permisos para tener acceso a su lista de amigos, también podrá acceder a algunos datos de nuestro perfil. A menos que lo evitemos. Para ello, una vez más, en el apartado de «Ajustes» existe una opción llamada «Aplicaciones que usan otras personas». Aquí podremos editar los permisos a los que pueden acceder este tipo de herramientas y desmarcar las opciones que consideremos (mejor si son todas).

Además, para que la privacidad sea mayor, es recomendable registrarse a través de formulario en cualquier página o aplicación de la que se necesiten sus servicios, ya que al vincular las cuentas se puede facilitar más información de la deseada.

Cuidado con el contenido

Por otro lado, también hay que tener cuidado con la información que se publica, pues todo es susceptible de estar recogido en el mundo del Big Data. «Si te haces una foto en una playa y la subes a Facebook, esta red social no solo tiene la foto, sino dónde, cuando y con quién has estado», advierte el experto en ciberseguridad. Lo mismo pasa con las «inocentes» imágenes sobre comida o los test que te dicen, por ejemplo, a qué personaje de «Juego de Tronos» te pareces. «Si te fijas, este tipo de herramientas te piden mucho más allá de una imagen de tu cara para comparar, sino que también quieren acceder a tus estados, a tus publicaciones, a tus amigos… Cuando una herramienta te pide más información de la necesaria, desconfía», señala Martínez, quien aboga por la siguiente máxima: «No publiques en redes sociales nada que no quieras que se sepa de ti».

[Información e imágenes tomadas de www.abc.es]

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